Por Laureano Gomez Nurias
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09 sept, 2019
Los molinos fueron construidos en los siglos XVII-XVIII por los vecinos de Martín y Picón –en la juradía histórica de Fornelos, ahora parte del ayuntamiento de O Rosal– para aprovechar la fuerza de la caída del agua del río Folón, un afluente del Miño. Inicialmente se pensó que dependían del monasterio de Santa María la Real de Oya, pero se ha comprobado que no, que eran propiedad de los vecinos. Uno de esos vecinos, sin familia, le dejó en herencia a la bisabuela de don Nemesio sus dos molinos. Fue lo único que su abuelo, a su vez, heredó, ya que las monedas de oro de la madre se las quitaron con engaño –otra historia un poco larga para contarla aquí–. Desde entonces, la familia de don Nemesio, como las de los demás propietarios, siguió utilizando los molinos hidráulicos hasta que, alrededor de 1925, llegó la electricidad. Y ahora, “todo está controlado desde Madrid, y si se cae la corriente eléctrica no se puede hacer nada”.