Diseño del blog

MARRUECOS, EL PAÍS DONDE LOS ÁRBOLES TIENEN CABRAS

Laureano Gomez Nurias • sept 19, 2019

MARRUECOS, EL PAÍS DONDE LOS ÁRBOLES TIENEN CABRAS

El argán crece en el suroeste de Marruecos, entre las villas costeras de Agadir y Esauira. En una lengua de terreno de 8.000 hectáreas se contabilizan 21 millones de ejemplares de esta especie de almendro. El clima allí es tan riguroso que en los momentos de ausencia total de humedad sus frutos se convierten en los únicos nutrientes para los bóvidos.
 
Aunque es bien conocida su pericia escaladora, el camino hasta las copas no es iniciativa suya. Se lo muestran los bereberes cuando aún son crías. Incluso podan los árboles para que su acceso les resulte más fácil. Humanos y rumiantes se benefician de esta insólita conquista. 
Las cabras se ocupan de ingerir las almendras y de disolver con sus jugos gástricos la dura capa elástica que cubre las cáscaras. Cuando las defecan, sus dueños las recuperan para extraer las semillas y, a continuación, tostarlas, machacarlas y prensarlas hasta extraer la última gota de su cotizado aceite. 

Los cuadrúpedos regurgitan los frutos de mayor tamaño diseminando así las semillas de este árbol salvaje, capital para frenar la erosión que el viento y el agua ocasionan en la zona -de ahí que la Unesco declarara esos bosques Reserva de la Biosfera en 1998- y también para sacar a su población femenina del agujero del analfabetismo y la pobreza.
El elixir que se esconde detrás de la estampa acrobática que hipnotiza a los turistas se ha convertido en los últimos años en un preciado elemento de la industria cosmética por su alto poder nutritivo y antioxidante. Se utiliza en cremas para la piel y, sobre todo, es muy valorado por sus beneficios para el cabello, al que proporciona luminosidad e hidratación. Grandes multinacionales, como la francesa Kérastase, elaboran gamas enteras con este ingrediente como protagonista estelar.
Pero no siempre fue así. Durante mucho tiempo, este tesoro dorado, que en la actualidad da trabajo a dos millones de personas en empleos directos o indirectos en Marruecos, fue un desconocido para los propios locales. Solo las bereberes sabían cómo elaborarlo y lo utilizaban para la piel, el pelo y la cocina. 

La extracción artesanal es lenta y penosa. Para conseguir un solo litro tenían que invertir veinte horas de trabajo y las mujeres no solían recibir ningún beneficio a cambio, dado que los hombres se encargaban de venderlo en mercados locales. 

La tradición y los almendros empezaron a perderse casi al unísono. Durante la Segunda Guerra Mundial, la mitad de los bosques de argán se talaron para obtener combustible y en las décadas posteriores se cortaron aún más ejemplares para extender los campos de cultivo.

Hace un par de décadas, la investigadora y profesora de Química de la Universidad Mohamed V de Rabat Zoubida Charrouf se ocupó de lanzar la alarma para detener el desastre ecológico, proporcionar una base científica al secreto de belleza y culinario de los bereberes, y lanzar un proyecto económico que ha alumbrado desde entonces hasta trescientas cooperativas femeninas dedicadas a la producción de aceite de argán. En 1996, cuando la académica echó a andar la primera, Marruecos solo exportaba cien litros de este producto al año para su uso gastronómico, a tres euros por litro. Hoy vende más de 1.200 toneladas a unos 25 euros por litro.

No solo las arcas del país norteafricano se han beneficiado del 'boom' del argán, hasta el punto de que el Gobierno se ha comprometido a reforestar 200.000 hectáreas antes de 2025. Miles de mujeres berebeberes han logrado dignificar sus vidas -el analfabetismo femenino ha pasado en veinte años del 95% al 50% en la zona-, ganar un salario estable y escolarizar a todos sus hijos.

El árbol de argán crece hasta los 8-10 metros de altura y vive unos 150-200 años. Crece en la zona comprendida entre Tiznit y Esauira. Es espinoso con el tronco rugoso. Tiene pequeñas hojas de 2-4 cm de longitud., ovales con el ápice redondeado. Las flores son pequeñas, con cinco pétalos amarillo-verdosos; florece en abril. El fruto es de 2-4 cm de longitud y 1.5-3 cm de ancho, con piel espesa y gruesa que rodea la cáscara amarga con dulce olor; ésta rodea a los frutos que contienen 2-3 semillas que son ricas en aceite. El fruto tarda un año en madurar hasta junio-julio del siguiente año.

La superficie de los bosques de Argania ha menguado en un 50 % en los últimos 100 años, debido a su utilización como combustible, el pastoreo y el cultivo intensivo. Su mejor protección para su conservación podría encontrarse en el reciente desarrollo de la producción de aceite de argán para su exportación como un producto de alto valor comercial.

En 1998, la Unesco declaró Reserva de la Biosfera Arganerie de 2.568.780 hectáreas al suroeste de Marruecos en las que crece el argán. En el corazón de esta reserva se encuentra el Parque Nacional de Souss-Massa.

El Argán o Arganero (Argania Spinosa) es un árbol de la familia de los Sapotáceos que crece solamente en la parte suroeste de Marruecos. Es un vestigio de cuando el clima era cálido y templado. La etimología de “argán” podría ser “serg” que significa “hacer leña” en la tribu de Ait Bouzemmour, que derivó en “erg” y luego “ergen”, con el sentido de “hueso de madera”; “Ergen” habría evolucionado en “argan”, con el significado de árbol de madera pesada o árbol de madera de hierro. Otros autores hacen derivar esta palabra del bereber “arjan”, a su vez del árabe “rajnah”, con el sentido de “quedar encerrado en un lugar determinado”. Como suele ocurrir con términos populares, las etimologías son inseguras.

Dadas sus muchas peculiaridades, el argán se identifica con facilidad: copa amplia y redondeada, tronco nudoso y algo corto formado por varias ramas entrelazadas. Sus ramillas están cubiertas de espinas y de hojas capaces de soportar la estación seca. Crece en dehesas, en cualquier tipo de suelo excepto en los suelos sueltos tales como la arena.
Share by: