LOS PERCEBEIROS GALLEGOS Y EL DASAFIO AL MAR

LOS PERCEBEIROS GALLEGOS Y EL DASAFIO AL MAR
"Hay días en que mi mejillas se ruborizan porque no alcanzo a definir si mi profesión es un modo de ganarme la vida o, por el contrario, es una forma temeraria de jugar con la muerte.
 
Cada mañana, al despuntar el alba, llueva, granice o reine implacable el sol en el cielo, armado de mi ferrada y una pequeña bolsa de malla me dirijo por senderos abruptos hasta las piedras, a esas piedras agrietadas durante milenios por los golpes del mar, en cuyos surcos se esconden silentes los percebes. 
 
Mi trabajo es danzar con las olas, hay días que me mecen con su monótono rumor, otras me escupen con sus rugidos hasta calarme los huesos, en ocasiones me agitan como si fuera un títere, pero siempre -hasta hoy- me han bendecido con sus frutos.
 
Puedo escribir cientos de libros con los miles de detalles que ornan mi trabajo, pero creo que me faltarían palabras para expresar con nitidez su crudeza"
(Suso Lista, Patrón Mayor de la Cofradía de Corme y experto percebeiro.)

Desafían al mar en cada jornada. Los percebeiros sondean la costa gallega en busca del marisco que pone nombre a su profesión, el percebe, un codiciado crustáceo que se extrae de las rocas.
 
Con la mano en la roca y sin perder ni un segundo el mar de vista, los percebeiros se juegan la vida para capturar un puñado de percebes. Deben sortear las embestidas de las olas por hacerse con un botín, más escaso que arriesgado, pero de gran valor. Y es que, cuando alcanza su precio más alto, por un kilo de este marisco llegan a pagarse doscientos euros.
Pero además de desafiar al mar, los percebeiros se baten contra su gran rival: el furtivismo. Una práctica ilegal que «baja los precios y obliga a los percebeiros legales a trabajar en las zonas más remotas».
 
Así, estos profesionales vuelven un día tras otro a exponerse a los enormes peligros que desentraña este arte: «En el pasado, estos hombres explicaron, que ellos ni siquiera se hubieran atrevido a salir a faenar en un día con el mar picado. Pero últimamente, no se pueden dar el lujo de dejar pasar cualquier oportunidad para trabajar

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