Una de las tradiciones más asombrosas y misteriosas de las celebraciones de la Semana Santa en España, es la de "los empalaos" de Valverde de la Vera, en Extremadura.
Este pequeño pueblo de menos de 600 habitantes, recibe cada año para estas fechas una marea de miles de visitantes. ¿Qué les lleva hasta allí? Una tradición única, que revive el dolor bíblico con muestras de fe impresionantes, muchas veces llevadas por una promesa o por un mandato cultural de generaciones.
La madrugada del Jueves al Viernes Santo, a pesar de los miles de curiosos, manda el silencio en las calles de Valverde de la Vera. El sonido del agua que corre por las piedras de las calles sólo se rompe por el ruido de las abrazaderas de hierro chocando entre sí. Esas abrazaderas o vilortas que suelen ajustar el timón al arado, en esta ocasión son llevadas por hombres. Ese sonido antecede a la aparición de un empalao.
Pero el ritual comienza mucho antes de llegar a la calle. La tradición dice que el empalao debe "vestirse" en una casa del pueblo pero no puede salir de ella antes de la medianoche. Cada vez hay menos personas que sepan "vestir" a un empalao por lo que este año se ha repetido por segunda vez un curso para enseñar la técnica a las nuevas generaciones.
No es sencillo. El empalao lleva una soga de esparto de 80 metros enroscada en su torso y manteniendo sus brazos pegados a un timón de madera, y dos espadas cruzadas sobre la espalda. Como dijimos, los brazos sujetos por vilortas de hierro, una corona de espinas, un velo que cubre su rostro y una enagua de mujer de cintura para abajo. Va descalzo. Todo el "vestido" pesa algo así como 15 kilos.
Detrás del empalao va un cirineo llevando una lámpara o una tea. Su nombre proviene de aquél Simón Cirineo que ayudó a Jesucristo a llevar la cruz camino al Calvario.
Durante el recorrido, los empalaos no pueden hablar y debe hacer una genuflexión y rezar frente a cada cruz que encuentre en su camino o cuando se cruza con alguno de los otros empalaos. Nunca se sabe exactamente cuántos empalaos saldrán esa noche, es parte del secretismo que rodea al ritual.
Por lo general suelen ser aproximadamente 30, y este particular Calvario tiene unas 14 estaciones que en mitad de la noche cerrada dura aproximadamente una hora.
Más allá sería peligroso para la salud, ya que los brazos y el torso pueden sufrir graves perjuicios por la mala circulación sanguínea. Aun así, al "desvestir" al empalao suelen necesitar cuidados médicos.
Aquellos que visten a los empalaos de hoy, han salido muchos años cumpliendo una manda o promesa, y en su mayoría seguirían haciéndolo si no fuera por las secuelas físicas que sufren por seguir esta tradición durante muchos años.
Ellos mismos conocen el cuidado necesario para enrollar esa soga áspera en el cuerpo y brazos del empalao, con la tensión suficiente para sostener el peso del timón manteniendo el dolor penitente sin poner en peligro el fluir de la sangre.
Una experiencia inolvidable